lunes, 10 de mayo de 2010

La naturaleza... el paraíso del explorador

La diversidad cultural del departamento de Guatemala y el dinamismo de su desarrollo histórico brindan la oportunidad de disfrutar de una variedad de paseos. Por ejemplo, Chinautla está a sólo 12 kilómetros del Palacio Nacional de la Cultura.

Chinautla

En el asentamiento tradicional de Chinautla encontrará la más sofisticada muestra de la alfarería de tipo prehispánico. Esta se caracteriza por ser elaborada sin torno de alfarero, quemada al aire libre y no posee ningún tipo de vidriado. Es una cerámica elaborada por manos femeninas, que utiliza materiales de la región.

En el patio de las casas, se puede apreciar la elaboración de utensilios para el uso en el hogar: apastes (ollas grandes), comales, tamaleras, candelabros; o bien objetos ornamentales como los famosos "Angeles de Chinautla". Para la época navideña son solicitados los "Misterios", figuras de personajes relacionados con el nacimiento del Niño Jesús, que sirven para confeccionar los "nacimientos" de las familias católicas.

Chuarrancho

Es el más norteño de los municipios. Desde allí no sólo se observa una vista panorámica del valle de la Ermita, sino que puede conocer un pueblo kaqchikel que mantiene su identidad étnica. Los tejidos de algodón, la fabricación de carbón y la agricultura son tareas masculinas que consolidan la economía familiar.

Anualmente se practican los ritos para pedir las lluvias, actividad que asocia el calendario maya y el respeto a los cerros, en especial el de Las Minas. La feria de Chuarrancho se celebra a finales de junio, en honor a San Pedro.

San Pedro Ayumpuc

Por el mismo camino se llega a San Pedro Ayampuc, aunque es más recomendable llegar por la zona 18. Allí se encuentra una población mayoritariamente kaqchikel con una economía agrícola que se complementa con artes e industrias populares como lo son la fabricación de calzado, muebles de madera, cerámica y fabricación de canastos y petates (esteras).

San Pedro y San Juan Sacatépequez

En San Pedro y San Juan Sacatepéquez se puede tener un acercamiento a la cultura tradicional popular así como con la naturaleza.

En San Pedro Sacatepéquez se hallan fábricas de muebles de madera, una industria popular que compite con las de Totonicapán. Las poblaciones se caracterizan por elaborar juguetes tradicionales y de las ruidosas "chicharras".
Estos dos municipios también son famosos por sus flores. Visitar el mercado de San Juan y su plaza central es un deleite por el colorido de los trajes de las mujeres kaqchikeles y por las tonalidades de las flores que venden y adornan el parque.

Mixco

La cabecera municipal de Mixco se encuentra a sólo 17 km del Centro Histórico de la ciudad de Guatemala. Aunque la mayor parte de este territorio fue absorbida por la expansión de la capital, quedan expresiones propias del pueblo mixqueño.

En Mixco destacan los chicharrones y el chocolate mixqueño, reconocido como uno de los mejores del país. En enero se realiza la fiesta en honor de la Virgen de Morenos y en agosto la celebración de la fiesta dedicada a Santo Domingo de Guzmán.

San Miguel Petapa

A pesar de su traslado en el siglo XVIII, las reliquias religiosas de la iglesia católica fueron llevadas desde el asentamiento originario y su población católica se enorgullece en invitar a visitar al Señor Sepultado, con más de cinco siglos de existencia.

San Miguel Petapa también tiene dos fiestas tradicionales. Una se celebra en febrero y es dedicada a la Virgen del Rosario. Además de la solemne procesión, hay presentaciones de loas, (representaciones de teatro popular religioso). La otra fiesta es la que se celebra en honor a San Miguel Arcángel.

Una tradición de ladinos del departamento, es el baile de las flores. Se trata de un baile en el que los participantes, mientras se ejecuta música y se recitan versos, van enrollando, primero, y desenrollando, después, unas cintas que están atadas a un árbol. Esta fue una tradición que se inició en Santiago de Guatemala y luego se extendió a poblaciones cercanas. Más tarde pasó a la Nueva Guatemala de la Asunción. El baile de las flores se ejecuta en San Raymundo, Mixco, San Juan Sacatepéquez, San José Pinula y Villa Nueva.

San José del Golfo y Palencia

Uno de los célebres depósitos de obsidiana en la América precolombina se encuentra en El Chayal, en el municipio de San José El Golfo. En Llano Largo, en el municipio de Palencia, también se encuentran las "piedras de rayo" (como se le conoce popularmente en Guatemala a la obsidiana) en un sitio lleno de lagunitas que son todo un atractivo. Aquí, también se hallan los asombrosos Jardines llamados "de Palencia", que son un conjunto de arcos, puentes, acequias y pérgolas, de pura roca, entre los cuales florecen exquisitas variedades de la flora de la región.


Amatitlán

Este municipio ha sido atracción turística desde el siglo pasado. Su lago sigue maravillando, a pesar de los problemas ambientales por los que atraviesa. Su atractivo natural lo complementan pautas culturales que los amatitlanecos han desarrollado alrededor del lago.

Una de estas manifestaciones es la tradiciónal procesión del Niño de Amatitlán (que algunos llaman Niño de Atocha, Niño de Belén y el Zarquito). Sale de la iglesia local hacia el lago, en donde se abordan lanchas que la conducen hasta el lugar conocido como La Silla del Niño. En esa ocasión acompañan al Zarquito las imágenes de los Niños Visitantes que llegan de las aldeas de los alrededores. En las riberas del lago está instalado un mercado de los más ricos y tradicionales postres guatemaltecos: mazapanes, pepitorias, manías (maní), higos y cocos, que se empacan en vistosas cajetas de madera de Totonicapán y se convierten en un presente inigualable.



El departamento de Guatemala, extraño y sorprendente, actúa como una poderosa constricción en medio de una ruta ecológica. Se sitúa en la región sur del país, sobre el lomo de una inquieta cordillera de volcanes y montañas de ígneos orígenes. Desde su extremo norte, marcado por el curso del Río Motagua, hasta la extremidad sur, delimitada por el Río Aguacapa, los paisajes montañosos dominan el escenario de su entorno.

La esencia patrimonial del departamento

La Cordillera Volcánica, en Guatemala, ha funcionado a la manera de un peculiar corredor biológico. Gracias a esa maravillosa propiedad, sus bosques se han ido configurando desde los últimos 16 millones de años, cuando menos. Es decir, de simientes que proceden de lejanas latitudes, y que principiaron a establecerse aquí desde mediados del período Mioceno de la historia de la vida sobre la Tierra.

Por aquellos lejanos tiempos, llegaron las primeras oleadas de árboles inmigrantes, procedentes de Norteamérica. Entre los pioneros se contaron las fragantes coníferas: pinos, cipreses, enebros y abetos (localmente pinabetes). Junto a ellas, palmo a palmo, también arribaron las primeras poblaciones de cerezos silvestres, de encinas, alisos, fresnos, nogales y olmos. Su establecimiento formó los primigenios bosques, que hasta hoy persisten, cual reliquias, en hermosos pero frágiles entornos.

Vegetación como aquella avanzó sobre la Cordillera, siempre hacia el sur, en un lento pero inexorable proceso de dispersión. Si algún linaje se topaba con un obstáculo infranqueable, allí quedaría detenido. Sus múltiples especies, si acaso las tuviera, irían quedándose desparramadas en poblaciones que rememorarían sus fantásticas historias. La evidencia de tal portento persiste en los pinos centroamericanos: abundantes y variados en Guatemala, mucho menos en Honduras y El Salvador, escasos en Nicaragua y ninguno en Costa Rica.

El caso del dogal

Dos fallas geológicas paralelas recorren el departamento de norte a sur. Se denominan de Mixco y de Santa Catarina Pinula. Entre ellas, los terrenos del centro del departamento se han estado hundiendo desde hace muchísimos años. Esta enorme y alargada depresión se ha asociado a otras: por el sur a la cuenca del lago de Amatitlán y a la hondonada del valle del Río Michatoya (el conocido Cañón de Palín), por el norte a la cuenca del Río Las Vacas.

De esa cuenta, un detalle único del departamento es el ahorcamiento que le provoca a la Cordillera Volcánica. El dogal, que eso es la larga depresión del medio, llega a medir casi 60 kilómetros y sus puntos más altos están en el valle de La Virgen, asiento de la ciudad de Guatemala (sólo unos 1,500 metros sobre el nivel del mar). El constreñimiento ecológico que induce sobre las dispersiones naturales, ha derivado en productos espectaculares.

Los alisos o ilamos, se han detenido en las escarpas occidentales. En las montañas orientales, mientras tanto, los pinos que lograron establecerse con anterioridad se diversificaron notablemente. Luego, aunque superficialmente parecidos, los pinares de San Juan Sacatepéquez, San Pedro Sacatepéquez y Mixco resultaron estructuralmente diferentes a los de San José Pinula y ecosistemas de más al oriente.

Guatemala, el departamento que cabalga a lomo sobre la Cordillera Volcánica, conforma uno de aquellos sorpresivos obstáculos. Esto, en gran medida, como una de tantas consecuencias
del permanente hundimiento que afecta a sus tierras centrales.

Destinos clásicos

Hay, cuando menos, tres sitios de obligado nombramiento: el lago de Amatitlán, el volcán de Pacaya y el parque Naciones Unidas.

Amatitlán es uno de los típicos lagos de montaña de Guatemala. Por su cercanía a la ciudad de Guatemala, su accesibilidad y bajo costo de visita, es un sitio intensamente frecuentado. Sufre un severo proceso de deterioro ambiental, pero ello no impide pasar muchas horas remando, pescando, fotografiando, tomando el sol, estudiando sus aves... ¡o simplemente descansando!

La cuenca del lago es una verdadera sartén hirviente. Por doquier surgen solfataras, fumarolas y fuentes termales. Muchas de estas últimas tienen reputación de medicinales, por lo que sus visitantes suman varios cientos diariamente. En algunos sitios, los calurosos manantiales han sido transformados en centros recreativos, provistos con piscinas de agua caliente y una gran variedad de facilidades para el recién llegado.

El volcán de Pacaya, de poco más de 2,500 metros de altitud, es fácilmente alcanzable pues su macizo tiene caminos que lo suben casi hasta la cima. Su ascenso es suave y los atractivos que posee resultan incomparables: orquídeas de tierra que crecen a la boca de humeantes fumarolas, ríos de lava que descienden con lentitud, ambientes fantasmagóricos que recuerdan la infancia de la Tierra. Un delirio para el montañista bisoño y para el alpinista avezado.

El parque Naciones Unidas es un bosque artificial, situado sobre un farallón de la cuenca del lago de Amatitlán. Se le califica, erróneamente, de parque nacional; evidentemente no lo es. Pero los ambientes resultan extrañamente agradables. Se llega a él en vehículo, y en su seno se encuentran muchas facilidades para recrearse al aire libre, hacer deporte, cocinar y solazarse con los paisajes allende sus límites.

Sobre un relieve extravagante

Las tierras septentrionales del departamento, entre el río Pixcayá al oeste y las corrientes Los Plátanos-Las Cañas al este, son calurosas y áridas. Las del extremo sur son asimismo cálidas, pero infinitamente más húmedas. En ambas extremidades las elevaciones medias rozan los 600 metros y aún menos. Las zonas de montaña se sitúan a occidente y oriente, con cumbres de poco más de 2,000 metros de altitud, siempre agradablemente frescas.

La inaudita y severa depresión medial resulta seca, caliente, ventosa, zona de descarga natural de los mayores ríos y depósito del lago de Amatitlán. Muchísima gente vive en ella, y es por eso que sus sistemas naturales han sido dramáticamente modificados y hasta eliminados.

Así, la superficie del departamento semeja una lámina combada por la mitad. El norte se vuelve la ladera septentrional de la Cordillera Volcánica y el sur el declive meridional. El primero drena sus aguas hacia el Mar Caribe, el segundo al Océano Pacífico. La Nueva Guatemala de la Asunción se encuentra justo al medio, en el parteaguas de la divisoria.

El departamento que alberga a casi la cuarta parte de la población total del país ofrece muchos atractivos naturales. Como una triste ironía, pese a poseer un patrimonio natural de gran riqueza y singularidad, es el menos valorizado y, por consiguiente, el menos conocido y aún menos aprovechado.

Geografía y biogeografía

El relieve del departamento es inusual. Entre sus detalles prominentes se cuenta un volcán: Pacaya, compartido con el departamento de Escuintla, que es su mayor altura. Posee un lago, Amatitlán, de elongada cuenca y que exhibe su innegable filiación volcánica. En general, la trascendencia ecológica de la geografía local es enorme.

En el norte predominan los ecosistemas secos, cactales y zarzales, propios del bioma de Chaparral Espinoso. Los confines del sur poseyeron junglas altas, del bioma Selva Subtropical Húmeda, ahora sustituidos por cafetales. En las montañas centrales crece gran variedad de pinos, encinas y otros árboles de climas templados; en ellos se hallan ecosistemas clásicos de la Cordillera: pinares, encinares y sistemas mixtos del bioma Bosque de Montaña.

Nunca podrá negarse que el departamento de Guatemala es extraño y sorprendente. Su territorio, forjado en el fuego que domina el interior de la Tierra, y después modelado por el agua y por poderosas fuerzas geológicas, es un contrastante mosaico de piezas ecológicas. Actúa como una poderosa constricción al medio de una ruta de dispersiones naturales, pero él mismo ha alcanzado una conformación biológica de extraordinaria majestuosidad.

Viajes de descubrimiento

Lanzarse a rodar por los caminos de tierra o por las avenidas rurales del departamento de Guatemala es una excitante aventura. Quizá muchas de estas vías resulten polvorientas, secas y calurosas, pero otras serán frescas, fragantes, bordeadas de bosques.

Por el norte están las carreteras Guatemala-San Pedro y San Juan Sacatepéquez-San Raymundo-Chuarrancho, que alcanza hasta Salamá, en Baja Verapaz. También la ruta Guatemala-Chinautla-Chuarrancho, o la de San Juan Sacatepéquez-Montúfar que llega a Granados, también en Baja Verapaz. Desde Montúfar se puede llegar al sitio arqueológico Mixco Viejo, del vecino departamento de Chimaltenango. Vías importantes son también las que comunican con San Pedro Ayampuc, San José del Golfo, Palencia y la aldea Sanguayabá.

En el lado sur la red de caminos es más rica y, en general, en mejores condiciones. Varias de ellas alcanzan y bordean el lago de Amatitlán y el volcán de Pacaya. Las más australes se meten al seno del bioma de Selva Subtropical Húmeda, en donde están las aldeas Los Dolores, Los Pocitos y el Obrajuelo, cerca ya del Río Aguacapa.

Los cactales y zarzales del norte ofrecen una expectativa de gratificante sacrificio: conocer y vivir los enigmas del Chaparral Espinoso. Mientras tanto, las junglas húmedas del sur se saturan de trinos de cenzontles y graznidos de urracas. Las montañas, hendidas por carreteras pavimentadas, abren multitud de ventanas que permiten atisbar paisajes de hechizante frescura.

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